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Últimamente he asistido a distintas charlas y conferencias sobre bosques autóctonos, plantaciones forestales, etc., en las que han salido a la luz distintas posiciones históricamente encontradas.

Los fieles defensores del medio natural abogan por la plantación de especies autóctonas, que favorecen el desarrollo de la biodiversidad; en contraposición, los forestalistas son partidarios de las especies de crecimiento rápido, que ofrecen beneficios en un periodo de tiempo relativamente corto. En torno a estas dos posturas me surgen varias dudas: ¿es mejor plantar especies autóctonas para mitigar el cambio climático?, ¿aportan algún beneficio extra las plantaciones típicamente madereras?

Después de reflexionar acerca de estas cuestiones y de escuchar a diferentes expertos en el tema, siempre teniendo en cuenta que cada caso es único y debería ser valorado específicamente, plantearía la siguiente cuestión: ¿qué habría en el monte si no tuviésemos plantaciones? La primera respuesta que viene a mi cabeza es “bosque autóctono”, pero, seguidamente, considero: ¿en qué estado estaría ese bosque? Es bastante obvio que sin un beneficio económico que respalde el cuidado de los montes, podría darse el caso de que, en muchas ocasiones, no se aplicarían los cuidados mínimos, lo que produciría un incremento en el riesgo de incendios y otros desastres, y esto no resultaría tan beneficioso para la biodiversidad.

Por otro lado, ¿qué papel desempeñan las plantaciones en la lucha contra el cambio climático? Lo cierto es que el resultado de la actividad de los forestalistas se refleja en la existencia de terrenos bien cuidados con árboles relativamente jóvenes que se encuentran en la fase de su ciclo vital en la que mayor tasa de crecimiento presentarán, lo que hace que absorban elevadas cantidades de CO2 (principal gas de efecto invernadero que está produciendo el cambio climático). Es decir, son una factoría contra el cambio climático.

18/05/2011

Fuente: Factor CO2

Una tesis de una doctora de la Universidad Pública de Navarra defiende el uso de nuevos materiales de fibra de madera como sustrato para el cultivo hidropónico

Itziar Domeño, doctora por la Universidad Pública de Navarra, ha comprobado en su tesis el uso de nuevos materiales de fibra de madera como sustrato para el cultivo hidropónico. Se ha demostrado que es eficaz en este tipo de suelos que utilizan soluciones minerales y sustratos específicos para cultivar plantas.

La tesis Evaluación de nuevos materiales a partir de fibra de madera como sustrato de cultivos hidropónicos ha estado dirigida por el profesor Julio Muro, del Departamento de Producción Agraria de la UPNA. La tesis ha recibido la calificación de sobresaliente cum laude.

Las ventajas del uso de materiales de fibra de madera frente a los comunes para este tipo de suelos (lana de roca o perlita), es que es un subproducto de una actividad industrial que podría tener un uso y, al ser orgánico, no presenta problemas a la hora de su eliminación.

Entre las desventajas se encuentra la dificultad de envasado y el desmejoramiento del aspecto visual de los sacos a lo largo de los sucesivos ciclos de cultivo. Para contrarrestarlas la autora de la tesis investiga sobre nuevos formatos de sustrato.

12/10/2010

Fuente: 20minutos.es

Bien gestionados, pueden recuperar los niveles de CO2 de la era preindustrial en cien años

Los bosques son la opción más competitiva en la lucha contra el cambio climático, afirmó Eduardo Rojas Briales, responsable Forestal de FAO, durante el XXIII Congreso Mundial de Organizaciones de Investigación Forestal (IUFRO) celebrado en Seúl la semana pasada. Añadió que el adecuado uso de los recursos forestales puede recuperar los niveles de CO2 de la era preindustrial en cien años. Otros ponentes señalaron que reducir la deforestación requiere un enfoque sistémico y presentaron evidencias científicas que constatan el binomio bosques y salud: 2 o 3 días en la naturaleza aumentan los niveles de serotonina, un neurotransmisor que reduce la depresión, los desordenes digestivos y la agresividad.

Cerca de 2.700 participantes de más de 90 países han participado en el XXIII Congreso Mundial de la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal (IUFRO por sus siglas en inglés) celebrado en Seúl la semana pasada. Durante 6 días se han desarrollado 170 sesiones en las que se han presentado más de 1.900 trabajos de investigación en campos como el cambio climático, biodiversidad y uso sostenible del bosque, bosques, comunidad y culturas o bosques, salud y seguridad ambiental.

El asunto más importante que está llevando los bosques a la primera escena mundial es el papel que éstos juegan frente al cambio global: los bosques son un gran almacén de CO2 y la deforestación y degradación son responsables, hoy día, de una quinta parte de las emisiones mundiales. Esta cifra es más que la de todo el sector mundial del transporte.

El reconocimiento de esta relevancia fue la única victoria ambiental tangible surgida de la Cumbre sobre Cambio Climático (COP 15) celebrada en Copenhague en diciembre de 2009, con la creación de incentivos a la conservación de los bosques a través del mecanismo REDD+ (Reducción de Emisiones debidas a la Deforestación y Degradación de los Bosques).

Tal es así que un mes más tarde el Fondo Monetario Internacional anunció la creación de un fondo de inversión de más 100.000 millones de dólares a destinar en estos proyectos.

Pero los bosques pueden ayudar en la lucha contra el cambio climático no sólo mediante la conservación de las áreas forestales que existen. También el uso sostenible de productos del bosque para la construcción o la producción de energía, contribuye a reducir las emisiones al sustituir otras fuentes de mayores tasas de emisión (acero, hormigón, plásticos).

El responsable Forestal de FAO, Eduardo Rojas, afirmó que un uso adecuado de los recursos forestales podría llevarnos a recuperar los niveles de CO2 atmosféricos de la era preindustrial en sólo 100 o 150 años.

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01/09/2010

Fuente:tendencias21.net

El ecólogo de EEUU Peter Reich gana el Fronteras del Conocimiento del BBVA.
El Mundo 29/01/2010