Si hacemos un repaso de la situación de las reservas de energía fósil en el mundo, es evidente que nos vemos abocados a encontrar nuevas fuentes, renovables y lo más deslocalizadas posibles.

En este contexto, la energía de la biomasa es considerada como la más importante para el futuro a corto y medio plazo y como una alternativa para una “economía verde”. Es renovable, cada país tiene su propia reserva y tiene un enorme potencial. Los escenarios propuestos por la Agencia Internacional de la Energía, apuntan a que la bioenergía puede cubrir el 50% (500 Ej/año) de la energía primaria consumida en el mundo en 2050 (AIE Bioenegy, 2009).

Su uso supone una reducción importante de emisiones de gases de efecto invernadero, contribuye a la seguridad energética global, mejora la balanza comercial de los países, genera oportunidades para el desarrollo social y el desarrollo económico en las comunidades rurales, y mejora la gestión de los recursos ambientales y de los residuos industriales.

Lo atractivo de este reto es que siempre que hablamos de bioenergía arrastramos el concepto de lo "local" y de la generación de empleo rural. Un concepto relegado al olvido pero que en la tendencia actual de deflación global será prioritario.

Las tendencias mundiales en el uso de energía, el cambio climático y las necesidades en seguridad energética ponen de relieve la necesidad de hacer una rápida transición a un sistema de energía bajo en carbono, sostenible, eficiente y ambientalmente amigable. La búsqueda de alternativas energéticas que integren los recursos locales renovables es una de las principales preocupaciones de los gobiernos, científicos y empresarios de todo el mundo.

Las virtudes que hacen de la biomasa una alternativa energética real son múltiples:

• Es la cuarta mayor fuente de energía conocida hasta la fecha en la Tierra, después del carbón, petróleo y gas natural y uno de los recursos más comunes y extendidos en el mundo.
• Es la única renovable que puede sustituir a los combustibles fósiles en todos los mercados energéticos, porque permite producir calor, electricidad y biocarburantes líquidos.
• Tiene ventajas respecto a otras energías renovables porque es regulable en el tiempo y puede funcionar todas y cada una de las horas del año.
• Es la energía renovable más barata de producir (115 US$/MWh según EIA, 2009) y que mejores beneficios ambientales proporciona si se desarrolla de forma sostenible.

La biomasa es actualmente el mayor contribuyente global de energía renovable y su futuro desarrollo, si se gestiona de forma sostenible, proporcionaría:

• Mayor contribución en el abastecimiento de energía mundial primaria.
• Reducciones significativas de las emisiones de gases de efecto invernadero.
• Mejoras en la seguridad energética y la balanza comercial de los países, mediante la sustitución de importaciones de combustibles fósiles por biomasa doméstica.
• Oportunidades para el desarrollo económico y social en comunidades rurales.
• Mejora en la eficiencia de los procesos energéticos.

Existen muchas opciones para transformar la biomasa en energía y un importante número de nuevas tecnologías están en proceso avanzado de desarrollo que prometen altas eficiencias y mejoras ambientales.

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21/04/2011

Fuente: econoticias.com